El 14 de noviembre fuimos, la peña al completo, a participar en esta carrera que ya va por su edición número treinta y uno. La asistencia de público fue masiva a pesar de que el día comenzó y acabó con lluvia. Ni que decir tiene que nuestras emociones se encontraban por encima de las inclemencias del tiempo. Supongo que teníamos las endorfinas por las nubes y eso nos hacía menospreciar cualquier inconveniente que se nos pudiera presentar.
A las 11,30 h de la mañana, la «roca» nos abrazó y nos despidió efusivamente tras hacernos la fotografía de rigor, como si fuera nuestra madre. Luego todo fue veloz, primera pendiente de largo descenso en la que más de seis mil pares de pies golpeaban el asfalto alegres y excitados. Después de realizar una sinuosa ese por unas calles estrechas, entramos en una gran avenida en ascenso que nos hizo enfriar la mente y respirar hondo para no quemarnos inútilmente. Una vez arriba, comenzamos otro pronunciado descenso hasta alcanzar el kilómetro cuatro. Ya a esas alturas de carrera el «hombre» había desaparecido persiguiendo su marca personal como un preciado tesoro. La «tortuga» y el «chico», mucho más modestos, continuábamos a nuestro ritmo pero sin perder de vista el reloj. Desde luego ese no iba a ser nuestro día, las sensaciones no eran buenas y quizá nos faltaba entrenamiento pero aún así dábamos todo lo que podíamos.
La segunda cuesta de la jornada, más bien toboganes, nos recordó mucho al barrio de Getafe «El bercial». Subir no fue tan fácil pero lo hicimos y casi sin darnos cuenta nos encontramos en el kilómetro siete, nos quedaban tres para el final y qué tres kilómetros: todo descenso. Sabíamos que lo habíamos logrado de nuevo y que podíamos volar y lo hicimos aunque ya no recuperamos el tiempo perdido en los kilómetros anteriores.
La entrada en meta fue feliz. La «roca» nos estaba esperando con sus gritos de aliento, fotografías y ropa de abrigo, había empezado a llover.
Lo cierto es que, a pesar del esfuerzo, cuando terminó la carrera no pudimos evitar sentir que nos faltaba algo y empezar a pensar en la siguiente.
Por cierto, la organización fue impecable y la bolsa del corredor buena, con trofeo incluido. Desgraciadamente no nos tocó ninguno de los dos coches que sorteaban.
Tortuga
Y tortuga también me suena.
ResponderEliminarVa de carreras... felicidades:
PAQUITA