Atrapasueños

7/6/11

II Carrera Corre por la vida Boadilla del Monte 5/06/2011

Comentar las carreras a veces es repetirse. Esta en concreto resultó muy agradable, como la de la Casa de Campo en la que participamos no hace mucho. Salvo los tres primeros kilómetros, el resto del recorrido se desarrolló por el campo, por senderos en ocasiones estrechos y con las ramas de los árboles golpeándote en la cara. Los organizadores actuaron con previsión y tuvimos avituallamiento de agua en el kilómetro 3,5 y en el 7,5; todo un lujo. Además, Protección Civil estuvo distribuida aproximadamente cada dos kilómetros. La mañana se inició fresca pero enseguida empezó a apretar el calor. No hicimos nuestros mejores tiempos pero yo en concreto bajé con creces el realizado el año pasado; esa fue mi gran sorpresa del día y sobre ello quiero hablar.

Normalmente los corredores ensalzamos las carreras, hablamos de lo bien que nos lo pasamos, del ambiente que las rodea y de la fraternidad entre l@a participantes. Todo esto es cierto pero no solemos mencionar el sufrimiento que muchas de estas pruebas llevan implícitas. Un sufrimiento innecesario, que podríamos eliminar con un gesto y unas palabras: «No voy» o «Aquí me quedo». El problema reside en que sí vamos y no nos detenemos cuando nuestra cabeza nos dice que no podemos más.

Algo parecido me ha sucedido este domingo. Ya la noche anterior no me apetecía salir a correr al día siguiente. Por la noche dormí mal. Me levanté a las seis de la mañana con pésimas sensaciones, estaba cansado. Desayuné, preparé la ropa, me vestí y me fui en busca de Hombre. Por el camino hacia Boadilla del Monte hablamos del fin de la temporada de competición popular mientras escuchábamos a un grupo legendario de rock de los años 70, poco conocido: Cactus. Cuando llegamos nos pusimos los dorsales y nos fuimos a tomar un café al bar del hospital próximo a la salida de la carrera. Las sensaciones seguían siendo malas. No podía imaginarme cómo iba a lograr recorrer los 10 km.

Con veinte minutos por delante para que empezara la prueba iniciamos el calentamiento. Hombre no estaba bien de salud, estaba resfriado y tosía; yo sentía las piernas pesadas y el corazón acelerado más de lo normal.

A la hora señalada la masa de corredor@s se apiñó nerviosa detrás del arco del reloj de salida. El pistoletazo protocolario puso en marcha lo que iba a ser un suplicio extraño puesto que mi cuerpo funcionó como un reloj, mis pulsaciones estuvieron controladas y no llegué cansado a la meta. Desde el primer kilómetro, a pesar de que los tiempos de paso eran buenos, mi mente me daba instrucciones contrarias a lo que estaba haciendo, no quería que corriera. Cada aceleración, cada subida, suponían un esfuerzo mental por sobreponerme a una apatía no justificada.

No puedo explicar cómo corrí, cómo mejoré mi tiempo, cómo pude superar el abatimiento que me envolvió desde el primer segundo. La mente es un misterio y os aseguro que correr con disciplina lo es aún más.

Un buen momento de la mañana fue conocer a Nube, una compañera mostoleña que había ido a participar a la carrera sola y que hacía estiramientos junto a nuestro coche. Durante un rato nos contamos nuestras tribulaciones. Ella también había sufrido mucho pero había alcanzado su objetivo, llegar, y se sentía radiante. Espero que volvamos a desgastar zapatillas juntos.

Al final, en Getafe, un café con leche con dos buenas rebanadas de pan con tomate y aceite hicieron que recuperara una agradable sensación de bienestar de la que había carecido durante toda la carrera.

Tortuga


Clasificación absoluta II Corre por la vida Boadilla del Monte

2 comentarios:

  1. hola, gracias por nombrarme en tu cronica de la carrera, la verdad que fue agradable hacer estiramientos a vuestro lado, compartir sensaciones, y esos animos que me dieron subidón a tope.
    lo de desgastar zapatillas juntos, es algo pendiente que tenemos que hacer.


    saludos, nube ;D

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  2. esos atrapasueños!!!

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