Un corredor o corredora es alguien que «no anda bien», que «está mal de la cabeza», tal vez incluso «loco». No afirmo esto por pura incontinencia verbal sino porque los conozco. Son seres extraños que se divierten con muy poco, que se ríen con facilidad, que disfrutan con el esfuerzo, que hablan con personas desconocidas, que se saludan habiéndose visto de paso, corriendo en direcciones opuestas. Qué se puede decir de alguien al que no le importa pasar frío ni calor, que siempre pierde y comienza de nuevo. Sentir placer en la derrota no es normal, es más bien propio de personas enajenadas cuyos cerebros no rigen como debieran. No se puede hacer mucho con este tipo de especímenes, tienen su propia sociedad secreta en la que solamente puede entrar quien está dispuesto a torturarse todos los días del año.
Estos sujetos, hombres y mujeres, tan especiales, viven cerca de nosotros, es fácil identificarlos por sus atuendos y costumbres atípicas. No son peligrosos quizá el riesgo con ellos sea más bien de contagio. Un día desgraciado alguien se puede preguntar por lo que el que corre siente con sus prácticas extravagantes e imitarle. A partir de ese instante el virus entra en su cuerpo y en poco tiempo comenzará a comportarse como ellos.
El vídeo que exponemos a continuación es un mensaje de advertencia para prevenir tal tipo de conductas. La mejor vacuna es alejarse de su presencia, no entrar en conversaciones con ellos, no compartir una cerveza en un bar, en general no dejarles entrar en vuestras vidas, de lo contrario el riesgo es inminente.
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